jueves, 28 de diciembre de 2006

Mis lecturas vacacionales

Bueno, ya es hora de que cuente qué he hecho en vacaciones. Básicamente nada, lamento informarles. Estuve atendiendo mi changarro en una feria navideña (ugh), tratando de sacarle a la gente su espíritu consumista. No me fue mal, he de decir, pero sí fue una joda espantosa tener que echarme turnos de 10 horas seguidas. Otra cosa que estuvo media cucha fue que (casi) no había tíos guapos. La mayoría estaba bastante x, tirándole a z.

Sin embargo, esta dichosa feria me dio mucho tiempo para leer. Sé que desde hace siglos estoy diciendo que estoy leyendo King Lear, pero creo que, siendo sinceros, ya lo boté. Exige mucha concentración para descifrar qué carambas dice y además está un tanto denso emocionalmente (a cada rato que agobiaba por las desgracias del rey, y más de una ocasión se me salían las lagrimitas). Como se imaginarán, estas características no se llevan muy bien con el espíritu de una feria (a menos que sea una feria sadomasoquista shakespearana). Después, teóricamente también estaba leyendo La hojarasca, pero, una vez más confirmo lo que daba por sentado. Odio a García Márquez. ¿Qué quieren? Lo aborrezco. Ya se imaginarán, el estilo rococó, la "imaginación desbordada" y su bendito pueblo bicicletero de Macondo. Argh. El chiste es que el mentado libro me estaba aburriendo de muerte, así que lo dejé para otra ocasión. Posiblemente para cuando tenga ochenta años.

Como mis supuestas lecturas no funcionaron (aunque prometo leer King Lear antes de entrar a la escuela) tuve que elegir otras cosas. Agarré el primer libro de Sherlock Holmes. ¡Qué agobio! Es tan prejuicioso ese libro. Y la manera de Sherlock Holmes para resolver los casos es simplemente patética. Nunca tiene nada que ver con lo que se dijo anteriormente, así que se sentirá muy cucha cuerera, pero la verdad es que es una manipulación barata. El lector nunca puede resolver el caso, porque en realidad no hay pistas, sino que el güey se lo saca de la manga. Lo único que fue más o menos divertido fue que además había una subtrama de unos mormones fanáticos. Eso fue más o menos mono, porque me acordé de mi adorado Jack Twist (o más bien de mi novio Jake) -y no porque sea mormón, no, no, no, líbrenos la virgen, sino porque vivía cerca de Salt Lake City, junto con mi amante Ennis del Mar.

Después de leerme esa pendejada (Sherlock Holmes) agarré otro libro al que no le veía ninguna esperanza: Harry Potter & and Sorcerer's Stone. Sí, querido bloglector, leíste bien. Me puse a leer Harry Potter. Y lo más sorprendente es que me FASCINO. Oh, sí. Obviamente es la típica trama del bien contra el mal, los escuinclitos que hacen magia, etc, etc. ¡Pero está tan divertido! De plano, me lo devoré. Tanto así que pienso que cada periodo de vacaciones me v0y a leer uno de esos libracos (lo que exige bastante estómago, si pensamos en las 800 páginas del volúmen 5). Me sirvió como un súper descanso de los libros sesudos y densos que luego hay que leer. Además ahora pienso que todos los que critican despiadadamente a Harry Potter seguramente no lo han leído. Si bien no es acá, la octava maravilla del universo, tampoco pretende serlo. Y eso, ya en sí, tiene su mérito (¿verdad García Márquez?).

Ya para acabar, he de decir que luego de todo esto me puse a leer The Turn of the Screw. Aunque ya lo había leído hace unos años, ahora me pareció un libro totalmente diferente. En primer lugar no es lo mismo leer la traducción de José Emilio Pachecho, que leer al mismísimo James en inglés. Como muchos de ustedes saben, leerse al James en inglés es, creo, tantito pior que leer a Joyce. El amigo James para todo usa veinte subordinate clauses, ochenta comas y veinte guiones. Así, para decir 'I was afraid', escribe algo así como 'Then, once more, I did realize -or should I say discover?- the true source of this sudden emotion, this particular and feeble tremor I felt as I was approaching to those velvet curtains than hung over the familiar, yet secluded, window.' Sí, algo así sería. Eso es todavía más desesperante que los análisis gramaticales con Aurora (santa, santa, santa). Pero bueno, estoy contento de que ya terminé con eso también. Lo único que me preocupa es que a veces siento que escribo igual, con millones de comas, frases, apartes, etc.

Ahora el único problema es: ¿qué voy a leer estos últimos tres días del año? Tengo botados los libros de postmodernismo que saqué de la biblioteca y, la verdad, ahorita no tengo muchas ganas de leerlos. Posiblemente lea The Bell Jar, de nuestra amiga la Sylvia Plath, o tal vez Zooey (porque Franny ya la leí) de nuestro simpático amigo Salinger. ¿Ustedes qué me recomiendan?

1 comentario:

Eyesky dijo...

Yo también odio al García Márquez... sorry... pero noc reo que sea bueno... a Harry Potter, simplemente lo amo, es una literatura maravillosa para dejar de pensar un rato y distrerte, además, la disfrutas riquisomo... yo aún no temrino el 6to libro... pero pienso acabrlo en estas vacaciones... ya me devoré los otros 5... Ya casi termino el de Moll Flanders... y comenzaré a leer otras novelas de las misma época para clase de (me pongo de pie) Ana Elena.
Deja de leer, disfruta un poco más la vacaciones y sólo huevonea a diestra y siniestra ahora que puedes (jijiji).
Vamos a vernos... te late el 8 de enero? Tengo que ir a la fac a entregar un ensayo corregido... si puedes, avisame ok? Besitos!!!